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viernes, 7 de febrero de 2014

La Policía Nacional detiene a otros dos implicados en el robo de la Catedral de Málaga


Están acusados por un delito de receptación de las piezas sustraídas para su posterior venta

La dificultad para vender las piezas en el mercado habitual hace que estos robos se hagan por encargo



La Policía Nacional ha detenido a dos implicados más en el robo de nueve piezas del patrimonio de la Catedral de Málaga, tras apresar el lunes por la tarde a F. J. P. S. acusado de ser el autor de los hurtos.
La confesión de F. J. P. S., que ha reconocido los hechos, ha facilitado el trabajo de la Policía Nacional, apresando a dos personas más acusadas del delito de receptación. Fuentes policiales confirmaron que la operación abierta por este robo ya se salda con tres detenidos, aunque no se descarta que se puedan producir más en el caso de que se localice a los compradores de las piezas robadas en la Catedral.
Al parecer las dos personas apresadas por la policía colaboraban con F. J. P. S. en la comercialización de las piezas entre coleccionistas particulares. De hecho, trabajan en un anticuario de la capital en el que el lunes se localizó un cajón que iba a ser enviado a un comprador con varias piezas de arte, entre ellas un incensario que había sido robado de la Catedral.
Con estas dos detenciones se considera desarticulada la red creada por estos tres implicados en robar y vender piezas de arte religioso de la Catedral y catalogadas desde 2002 por la Junta de Andalucía. Queda por determinar quiénes son los compradores e intentar recuperar los elementos sustraídos, de los que por ahora sólo se ha podido devolver un incensario. Además, también se robaron un candelabro, dos portapaces, dos portaviáticos, un hostiario y un juego de vinajera con campanillas, todas ellas piezas de entre los siglos XVII y XIX.
Por ahora los tres detenidos han pasado a disposición judicial, a la espera de que se den por cerradas las investigaciones. F. J. P. S. está acusado de un hurto continuado, al ir sacando las piezas de la Catedral desde agosto del año pasado y aprovechando que su trabajo como sacristán le daba acceso a todas las dependencias, según fuentes de la investigación.
Los elementos sustraídos son todos de orfebrería y de pequeño formato, lo que facilitaba que fueran robados sin que apenas se notase su ausencia. De hecho, F. J. P. S. utilizaba otras piezas de escaso valor para disimular el robo, al colocarlas donde estaban las que se había llevado.
El Cabildo de la Catedral no detectó los robos hasta finales de enero, seis meses después de que se produjera el primero. Al no haber cerraduras forzadas, este sacristán pudo disimular el robo durante meses, aunque eso a la larga levantó sospechas sobre el entorno de la Catedral para buscar al autor de los hurtos.
Parece que los motivos de F. J. P. S. para cometer estos robos están relacionados con una compleja relación sentimental que le exigía disponer de una gran cantidad de dinero. Primero recurrió a solicitar préstamos a conocidos y derivó en los robos.

Un robo para coleccionistas privados

Las piezas sustraídas de la Catedral parece que tienen como destino a coleccionistas privados, que suelen ser los que «encargan» estos robos para incrementar sus posesiones.
La venta de piezas robadas de valor artístico y patrimonial en los círculos de anticuarios es más compleja, ya que la propia ley obliga a acreditar la procedencia de todos los elementos de cierta antigüedad que se quieran introducir en el mercado legal.
Esto limita mucho los movimientos de cualquier persona que busque deshacerse de material robado. De hecho, los propios anticuarios suelen ser los primeros en denunciar las actividades sospechosas.
No obstante, hay un mercado negro muy importante que demanda artículos de arte con valor patrimonial, especialmente de arte religioso. Normalmente este mercado se mueve con peticiones concretas, lo que asegura la venta directa de las piezas robadas, que suelen estar dentro de encargos. Eso permite limitar el rastreo de muchas piezas, que en el caso del robo de la Catedral posiblemente se haya concretado ya con el envío de la mayor parte de éstas al mercado extranjero (donde hay un gran interés por este tipo de arte religioso) o a otras provincias. En algunos casos se usa a un anticuario como enlace para la selección y las transacciones entre la persona que se encarga del robo y el comprador.


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