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martes, 27 de agosto de 2013

Iglesias sufren robo de arte indígena en Bolivia


Una imagen de madera de la santa patrona de Bolivia, que
data del siglo XVI, fue despojada de 18 joyas de un valor
estimado en 1 millón de dólares. Foto: AP
Los ladrones cavaron un túnel bajo los gruesos muros de la iglesia colonial en la pequeña población de San Miguel de Tomave, en el sur de Bolivia, y se alzaron con cinco cuadros al óleo del siglo XVIII, de un valor incalculable.

Era el quinto robo de arte sacro que sufría la iglesia andina desde 2007. La mayor parte de la plata finamente labrada que adornaba su altar ya había desaparecido.

"Este es un pueblito chiquito, deben haber unas 300 personas. Y no hay la seguridad necesaria porque antes tampoco la necesitamos", contó el sacerdote Francisco Dubert a The Associated Press. "La iglesia tiene muchas riquezas del tiempo de la colonia pero que no tiene una protección necesaria y no es el primer robo ya ha habido antes otros robos en 2007 y otro más".

"¿Quién hubiera dicho que se llevarían también los lienzos?", dijo Dubert en alusión a los cuadros de 2 por 1,75 metros que muestran escenas de la vida de la Virgen María.

La falta de seguridad vuelve a las iglesias presa fácil de los ladrones de las reliquias artísticas, que en lo que va del año han saqueado al menos 10 templos en estos países tan ricos en cultura como económicamente pobres. Además de cuadros, los ladrones se llevan objetos de oro, plata y joyas donados por feligreses.

"Creemos que los robos se realizan en nombre de los coleccionistas", dijo el sacerdote Salvador Piniero, arzobispo de la provincia de las tierras altas de Ayacucho, Perú.

Las iglesias bolivianas han sido despojadas de 447 objetos en 38 robos desde 2009: platería bellamente labrada, lienzos, piezas de altar oro y plata y joyas, según la jefa del patrimonio cultural del país, Lupe Meneses.

En Perú se han denunciado al menos 30 robos de iglesias y capillas desde enero de 2012, incluidas dos este mes: iglesias en las provincias de Ayacucho y Puno fueron despojadas de platería ornamental laminada, coronas de oro y plata, aretes y collares.

En Tomave, se dejaron otros lienzos, dijo Dubert, lo cual indica que los ladrones sabían exactamente qué querían.

"Estas iglesias están siendo robadas porque gente malvada quiere poseer cosas bellas", dijo en su blog Donna Yates, arqueóloga de la Universidad de Glasgow.

Yates, quien estudia los robos andinos como parte de un proyecto global financiado por la Unión Europea, dijo que la desaparición de obras invalorables de arte sacro de la región continúa, "pero se vuelve cada vez más audaz".

"¿Quién está detrás de esto? No lo sé", añadió la experta. "El mercado para estos bienes está en Europa y Estados Unidos". Precisó que Santa Fe, Nuevo México, se ha vuelto un polo de atracción para coleccionistas de arte latinoamericano.

Funcionarios culturales de los Andes libran desde hace muchos años una lucha desigual para proteger el arte precolombino, al que se suma ahora el arte sacro colonial. Por ley, estos tesoros son parte del patrimonio nacional y su exportación es ilegal.

Donde resulta posible, se fortifican las iglesias. El año pasado se instalaron cámaras de video y se apostaron guardias nocturnos en la catedral de Huamanga, Ayacucho, donde se realiza la mayor peregrinación anual del Perú.

Pero las parroquias rurales pobres están libadas a sus propios medios, sobre todo en las sierras, donde misioneros coloniales españoles construyeron asentamientos aislados.

En enero, ladrones sustrajeron 12 coronas de oro y un par de zapatos de plata de una imagen del niño Jesús en Santo Domingo de Chungui, una población aislada del departamento de Ayacucho, dijo el director de cultura regional Mario Cueto, quien pidió mayor vigilancia en las carreteras y los aeropuertos internacionales.

En uno de los atracos más audaces, en abril, ladrones se llevaron tesoros nacionales de la iglesia de la Virgen de Copacabana sobre el lago Titicaca.

Una imagen de madera de la santa patrona de Bolivia, que data del siglo XVI, fue despojada de 18 joyas de un valor estimado en 1 millón de dólares. Envenenaron a dos mastines, durmieron a los seminaristas con somníferos que mezclaron en la comida, treparon una escalera en la noche y rompieron una ventana que da al altar mayor de la iglesia para consumar el robo.

Un cura visitante y la dueña de la hostería donde se alojaba fueron arrestados bajo sospecha de complicidad con una pandilla criminal.

La mayoría de los blancos son como la iglesia de Tomave, sin más protección que una cadena y un candado. Se encuentran a 4.000 metros sobre el nivel del mar y a 100 kilómetros del puesto policial más cercanos. En cuanto a las alarmas contra robo, la electricidad no existe o se corta a cada rato.

"La seguridad es imposible", dijo Yates. "Es la clase de situación en la que se puede intentar llevarse todo de estas iglesias rurales, lo cual es cuestionable desde el punto de vista étnico porque es despojar a la gente de su patrimonio cultural".

Pero aunque las autoridades se llevaran las obras de arte, no tienen lugar seguro donde almacenarlas.

Ni siquiera la iglesia de La Merced, en la capital regional sureña de Potosí, cuya mina de plata fue otrora el motor de la economía española, ha sido inmune a los robos.

El botín robado después de desactivar la alarma incluye un escudo escapulario del siglo XVII de estilo barroco con incrustaciones de perlas, diamantes, rubíes y esmeraldas valuado en 1 millón de dólares, según las autoridades.

La directora de patrimonio cultural de Perú, Blanca Alva, dijo que en su gran mayoría de la plata robada es simplemente fundida. Si solo fuera robada, dijo, "por lo menos que se conservaría y me espero que se pudo recuperar."

Las autoridades no han tenido mucha suerte en la recuperación del arte colonial. Los funcionarios del ministerio de Cultura boliviano no quisieron revelar detalles acerca de los objetos robados por temor a incrementar su valor en el mercado negro.

Uno de los escasos éxitos se produjo en 2005, cuando pinturas de San Francisco de Asís y de Jesús robadas de la iglesia boliviana de San Pedro de la Paz fueron recuperadas en Lima Perú, donde alguien intentó venderlas a unos extranjeros por 100.000 dólares.

"Este país debería tener policía especializada (en antigüedades) como Italia", dijo Carlos Rúa, jefe de restauraciones artísticas del ministerio.

Cuando atrapan a los saqueadores, las consecuencias suelen ser severas.

En el caso de la iglesia de Quila Quila, en la región de Chuquisaca, unos 441 kilómetros sureste de La Paz, un grupo de campesinos atraparon a los ladrones que estaban saliendo con el botín de joyas de plata y dos lienzos, lo cual enardeció a la turba y los lincharon, contó el periodista del diario Correo del Sur a la AP Henry Ayra.

"La gente, cansada de la inseguridad en las iglesias tomo la justicia por su mano", indicó Ayra. Los dos ladrones fueron colgados y golpeados, luego enterrados en una fosa común detrás de la iglesia, ambos maniatados. La policía tardó un día en llegar a la población, debido a la crecida de un río, para desenterrar los cuerpos.

El comandante de La Fuerza de Lucha Contra el Crimen, mayor Bismarck Pereira, dijo a la AP que sus hombres desenterraron y se llevaron los cadáveres maniatados. No pudo confirmar los informes de que los enterraron vivos.

"La comunidad", dijo Pereira, "entró en un pacto de silencio".



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