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jueves, 24 de mayo de 2012

Robo de arte en Buenos Aires: coleccionistas y un estafador en la mira


El hombre es millonario y tiene un hobbie acorde a su capital: colecciona obras de arte caras. El 7 de enero, mientras estaba de vacaciones, un grupo de ladrones entró a su casa en Villa del Parque, uno de los barrios más tradicionales de Buenos Aires. Los asaltantes desarmaron las tapas de luz, rompieron los frascos de café y desparramaron todo lo que estaba en cajones. Buscaban dinero en efectivo y suponían que podía estar escondido en cualquier lado. Como no lo encontraban, se llevaron electrodomésticos y un total de diez esculturas y 37 cuadros. Quizás, sospechan los investigadores, no sabían que estaban frente a un tesoro: obras de destacados artistas nacionales e internacionales entre los que estaban Osvaldo Imperiale, Benito Quinquela Martín, Raúl Soldi y Luis Tessandori.


A principios de abril, la víctima del robo caminaba por el centro de la ciudad. Su afición por el arte lo llevó hasta la galería Arroyo, una de las más importantes del circuito. Se detuvo a ver qué encontraba. No lo pudo creer. Se acercó un poco más y lo confirmó: uno de los cuadros era parte del botín que se habían llevado de su casa. Se trataba de la obra Grises de Oscar Vaz, uno de los artistas populares de mayor éxito en la historia del arte argentino. Desconcertado por el hallazgo, entró a la galería.

-Ese cuadro es mío -dijo.

-Yo tengo los papeles de la persona que me lo entregó -respondió el galerista.

Unas horas después hizo una denuncia ante el Juzgado N° 49, a cargo de Facundo Cubas. La galería Arroyo fue allanada el 16 de abril. El cuadro de Vaz robado ya no estaba. Después del reclamo, el galerista lo había devuelto al intermediario. Pero en una de las salas encontraron otra de las obras denunciadas: un cuadro de Horacio Alberto Butler. En el operativo también secuestraron documentos donde figuraba que el hombre que había entregado la pintura era empleado de otra galería, la Buenos Aires, ubicada en Esmeralda 661.

Para ese entonces, la causa era investigada por Marcelo El Haibe, el subcomisario de la Interpol que se especializó en tráfico de obras de arte. El 3 de mayo, cuando él y sus hombres llegaron a las puertas de la galería Buenos Aires, encontraron la obra de Oscar Vas, la misma que la víctima del robo vio en su caminata por la calle Arroyo. El juez Facundo Cubas resolvió secuestrar la pintura y concluyó que parte del material robado estaba en otros cuatro domicilios, dos galerías y dos depósitos vinculados a la firma Zurbarán, otra de las grandes firmas del circuito del arte.

La galería Zurbarán es de Ignacio Gutierrez Zaldívar, uno de los coleccionistas más reconocidos de la ciudad. En la inauguración de ArteBa, Gutierrez Zaldivar les dijo a los medios que había comprado las obras “de buena fe”, a una persona que conocía “desde hacía cincuenta años”. Aunque no está imputado por ningún delito, los investigadores dudan de esa versión: el mundo del arte no es tan grande como para que coleccionistas tan importantes no conozcan el origen de las obras.

El siguiente golpe lo dieron en uno de los domicilios que servía como depósito de Zurbarán. Allí secuestraron 13 cuadros y documentación de otras pinturas del mismo hecho. También aparecieron otras obras que fueron denunciadas por el coleccionista que sufrió el robo y que no estaban inventariadas en la galería.

Ocho cuadros más estaban expuestos en una cafetería ubicada en Esmeralda 761. En otro depósito, en Cerrito al 1350, encontraron otras seis obras. Algunas de ellas estaban siendo cargadas en el auto del galerista. “Sólo quedan por ubicar ocho pinturas y diez esculturas”, precisó la Ministra de Seguridad, Nilda Garré.

En el mismo lugar hallaron documentos que señalaban al responsable de toda la transacción: Osvaldo Ryszelewski. Se trata de un ingeniero que estaba prófugo de la justicia, con 13 pedidos de captura por estafas, falsificación de documentos y venta de autos de alta gama robados, que le falsificaba los papeles.

Los investigadores creen que los ladrones eran inexpertos, y que después de varias transacciones, los cuadros cayeron en las manos de Ryszelewski, que los ubicó en las galerías de arte. La policía lo detuvo mientras caminaba por la Avenida Córdoba.

Dicen que no se resistió al arresto, ni se mostró sorprendido.

-Ya me parecía –dijo- que ese que estaba en la esquina no esperaba el colectivo.

Para él, robar y mantenerse lejos de la cárcel eran parte del mismo arte, y supo reconocer que la obra, la de los otros –sus captores- había sido tan buena o mejor que la suya.



Fuente: Cosecharoja

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