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jueves, 14 de marzo de 2013

Africa: ¿Desaparecerá el patrimonio cultural?



Como si no bastarán los siglos de saqueo y explotación de sus recursos naturales, el continente africano enfrenta hoy la desaparición definitiva de su patrimonio cultural.
Países como Nigeria, Burkina Faso, Mali y Egipto, son escenario diario del robo organizado de obras arte.

Cada vez más resulta normal que piezas antiguas provenientes de estas naciones aparezcan en los catálogos de venta de las casas de subasta occidentales sin que se demuestre su origen legal.

En los últimos años, el robo de arte en la región pasó de ser un simple hecho causal a un negocio organizado. Lo que en algún momento constituyó una fuente de obtención de recursos financieros para los empobrecidos pobladores de esas regiones, con el tiempo se convirtió en un especulativo negocio.

Joyas, piezas de cerámica y otros objetos antiguos, fueron vendidos por años. Sin embargo, usureros nacionales y extranjeros, ayudados por funcionarios corruptos, desarrollan en la actualidad canales de venta y rutas seguras que le permiten sacar del continente las piezas y colocarlas fácilmente en mercados internacionales.

El tráfico de bienes culturales es, junto al de drogas y armas, uno de los de mayor importancia económica del mundo, según la Organización Internacional de Policía Criminal (Interpol).

La creciente demanda de los mercados de arte, la apertura de fronteras, la mejora de los sistemas de transporte y la inestabilidad política de algunas regiones, son factores coadyuvantes para el auge de ese negocio.

Fuentes oficiales calculan que el monto anual por concepto de esa actividad alcanza los seis mil millones de dólares, aun cuando los números exactos se desconocen debido a la naturaleza ilícita de la actividad que impide cuantificarla en toda su magnitud.

Según la Interpol, muchos países africanos han perdido ya la mitad de sus bienes culturales, dispersos en colecciones públicas y privadas.

Valérie Jullien, del Consejo Internacional de Museos (ICOM, por sus siglas en inglés), aseguró que a menudo los vendedores llevan mercancías africanas robadas a casas de subastas renombradas.

"Uno de los comerciantes de arte más conocidos de Nueva York fue condenado por haber participado en robos ocurridos en una de las áreas históricas de Egipto", explicó.

Esos objetos arqueológicos sacados de contexto son desaprovechados científicamente, acotó.

Kléna Sanogo, del Instituto de Ciencias Humanas en Bakamo, denunció en días recientes que el fenómeno del saqueo de objetos culturales de Mali crece progresivamente, a niveles comerciales tales que nadie vacilaría en denominar como genocidio cultural.

En ese contexto, las excavaciones ilícitas de sitios arqueológicos resultan las formas más destructivas y peligrosas de saqueo intencional, apuntó la especialista.

Según expertos, el interés por el arte antiguo del oeste de Africa en el mercado internacional y la facilidad con la cual se negocia representan la clave principal del saqueo.

Basta echar una mirada en Internet a las páginas de las principales casas de subasta en Paris o Londres para convencerse de la magnitud de este fenómeno, en el que a diario se ponen a la venta en pujas online artículos extraídos del continente africano.

Patrick J. Darling, de la Escuela de Ciencias de Conservación del Legado Africano en Reino Unido, confirmó que muchos de los artículos robados están disponibles en el mercado mundial.

En los años 80 del pasado siglo, bronces de Jenne, en Mali, y piezas de los siglos XV y XVII fueron robadas y vendidas en Komaland, Ghana y Bankoni, recordó.

Pero los niveles de ventas de entonces resultan insignificantes en comparación con la afluencia masiva que hoy vemos en Europa de las terracotas de dos mil años de antigüedad saqueadas en Sokoto, en el norte de Nigeria, procedentes de las antiguas culturas de Nok y de Kwatakwashi, explicó el especialista.

Sin embargo, este es un tema del cual nunca se habla por lo que Darling demandó su tratamiento a nivel internacional, pues de seguir los niveles de saqueo podría acabar con los valores culturales de África y del mundo entero.

El elevado nivel artístico de los imperios antiguos de Ghana (siglo VII y XII), de Mali (entre los siglos XII y XV), de Songhay (siglo XV y XVI) y de Benín (desde el siglo XVI hasta 1898 en la actual Nigeria meridional), sitúan cada vez más a la región en el punto de mira de saqueadores y traficantes.

Para algunos especialistas el robo del patrimonio del continente es consecuencia, además, de la inexistencia de una conciencia colectiva de preservación y protección de los recursos, determinado por el desconocimiento cultural e histórico de sus pobladores.

Africa, con un rico patrimonio cultural, fue desde épocas muy remotas uno de los principales escenarios para la sustracción de obras de arte.

Por ejemplo, desde la campaña de Napoleón, ejecutada entre 1798 y 1799, el valle del Nilo y toda la costa mediterránea fueron azotados por los depredadores, y muchas de las obras robadas se exhiben hoy en el Museo del Louvre, en París, y en otras capitales europeas.

El saqueo en este continente se inició durante la colonización y, aunque los estados toman medidas para preservar su patrimonio, el pillaje continúa, sin contar que los gobiernos de los países pobres de África Occidental no cuentan con mecanismos de control.

Desde 1970 la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) firmó La Convención sobre los medios para prohibir y prevenir la importación, exportación y transferencia de la propiedad ilícita de patrimonio cultural.

En marzo de 2011 la Directora General de la Unesco, Irina Bokova, pidió la movilización de todos los miembros de este organismo para garantizar la salvaguardia del patrimonio cultural de Túnez, Egipto y Libia.

"Debemos trabajar especialmente junto a los jóvenes para difundir el mensaje de que el patrimonio cultural es su propio patrimonio, que está íntimamente ligado a su identidad y puede llegar también a ser un acicate poderoso para la democracia y el diálogo intercultural", expresó Bokova en aquel momento.

Muchos países de la región son parte de ese instrumento, algunos incluso lograron implementar políticas conservacionistas para frenar el robo y la fuga de sus recursos, pero la realidad del continente atenta contra eso.

Una región sumida en la pobreza, marcada por diferendos políticos y luchas intestinas, con extensas costas mal vigiladas, es el contexto propicio para este fenómeno se desarrolle y extienda sus tentáculos a todo el continente.


Fuente: Prensa Latina


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