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martes, 18 de diciembre de 2012

Un ladrón roba siete piezas de oro, bronce y cerámica de tres salas del Museo Oriental de Valladolid


El autor accedió por la puerta de emergencia y rompió solo las vitrinas de estas figuras.

El ladrón sabía perfectamente lo que buscaba, había estudiado el sistema de seguridad –renovado en 2006– y eligió la única puerta que no tenía conexión con la alarma para acceder al edificio. La víctima del primer gran robo de arte registrado, o al menos conocido, en la capital fue el Museo Oriental del Real Colegio de los Padres Agustinos, situado en el Paseo de Filipinos. El asalto tuvo lugar en la madrugada de ayer y el delincuente consiguió huir con siete piezas seleccionadas de «relativo valor tanto artístico como económico».


Los primeros indicios apuntan a un más que probable «robo por encargo» dado que el autor fue muy selectivo durante los pocos minutos que merodeó por las salas del museo. Las siete piezas que se llevó –dos esculturas de bronce, un traje de seda y oro y cuatro sellos de jade– están «perfectamente fotografiadas y catalogadas –la mayoría están en la web del museo–» y, por lo tanto, «tienen una salida muy complicada en el mercado negro salvo que se trate de una petición de algún coleccionista particular», según explicó ayer el director de este espacio, Blas Sierra de la Calle.
Los hechos ocurrieron entre las 2:30 y las 5:30 horas de ayer, cuando las cámaras de vigilancia recogieron la presencia de un solo hombre, que llevaba el rostro cubierto y guantes, merodeando por las salas con una linterna. El delincuente fue directamente a tres salas concretas (bronce, seda y porcelanas) en busca de dos figuras de bronce de la dinastía Ming (1368-1644), un traje de un general manchuriano de la época Guangxu (1875-1908) y cuatro sellos imperiales de jade (todos ellos son réplicas del siglo XX). «Solo rompió las cuatro vitrinas que contenían estos objetos a pesar de que no son los más valiosos que tenemos», explica el responsable de este museo creado en 1874 y que alberga piezas milenarias de la cultura oriental datadas hasta trescientos años antes de Cristo.
Pero, ¿cómo burlo el ladrón los sistemas de seguridad del museo renovados hace tan solo seis años? Los investigadores creen que el delincuente accedió con relativa facilidad a través de la puerta de emergencia, que pudo dejar entreabierta horas antes, a sabiendas de que era la única que no tenía conexión con la alarma. Los detectores de movimiento, eso sí, saltaron durante su paso por las distintas salas, aunque cuando uno de los religiosos comprobó las cámaras «no pudo ver nada anómalo». Así que el ladrón campó a sus anchas por las tres salas elegidas durante el tiempo suficiente para romper las vitrinas y llevarse las siete piezas elegidas antes de salir de nuevo por la misma puerta de emergencia. La secuencia sí fue recogida por las grabaciones, que ya están en manos de los policías nacionales encargados de la investigación.
Pero el robo, sin embargo, no fue detectado hasta las tres de la tarde de ayer, cuando el propio director del museo bajó a inspeccionar sus salas y se encontró con las cuatro vitrinas rotas y vacías. La mañana anterior había estado cerrado –solo abre de 10:00 a 14:00 horas para grupos concertados– y había abierto por última vez el domingo por la tarde –el horario de visita para el público en general es de 16:00 a 19:00 horas cada día–.
«Llevaba fuera más de un mes y acabada de llegar de Manila al mediodía, así que me di una vuelta por el museo antes de abrir y me encontré con eso...», recordaba ya por la tarde Blas Sierra de la Calle, quien acudió acto seguido a la Comisaría de la calle Gerona (Delicias) a interponer la denuncia.
Las salas del museo fueron inspeccionadas hasta primera hora la noche por agentes tanto de la Policía Científica como del Grupo de Robos en busca de indicios para poder identificar al delincuente.
El valor del botín conseguido por el ladrón «resulta complicado de valorar», reconoce el responsable del museo antes de insistir en que no son obras «demasiado valiosas», aunque sí muy conocidas, sobre todo, en cuanto al traje de seda y oro, ya que es «una pieza muy llamativa que se encontraba en el centro de la sala de la seda y era de las más fotografiadas por los visitantes». Las dos figuras de bronce de la diosa Guanyin, aunque eran originales, fueron adquiridas a un precio «no demasiado excesivo» hace pocos años y los cuatro sellos, que pertenecen a una colección de 25, son unas réplicas actuales cedidas por dos donantes.


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