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domingo, 25 de noviembre de 2012

Alerta sobre la necesidad de mejorar la seguridad en el arte y la explotación adecuada del patrimonio español


La Escuela de Policía de Ávila acoge los días 30 de noviembre y 1 de diciembre el III Congreso de la Asociación para la Protección del Patrimonio Histórico, Protecturi. En esta entrevista, concedida a Ical, su presidente, Andrés Martín Ludeña, analiza las debilidades de las que adolece nuestro patrimonio en materia de seguridad, especialmente en comunidades como Castilla y León que concentra un gran volumen de obras de arte. En tal sentido, señala como principales obstáculos para proteger nuestro patrimonio la despoblación y el eterno debate sobre si las obras deben musealizarse o continuar en su lugar original.

¿Cuáles son los objetivos del congreso? Los hemos resumido como ‘Un paso más’. Pretendemos establecer un espacio común entre los diferentes actores de la protección del patrimonio histórico -gestión de museos, conservación, restauración, registro y actores naturales de la seguridad- para crear un plan director que prescriba cuál sería el modelo nacional para garantizar la conservación de nuestro patrimonio. Hace falta un modelo nacional y prueba de ello es que en el último año se han detectado debilidades que han dado lugar a casos como el del Códice Calixtino, robos con fuerza y con violencia en iglesias que están en lugares distantes o algún incidente grave en museos de Levante y Andalucía por falta de coherencia en la interpretación jurídica a la hora de transportar las obras de arte entre exposiciones.

Las estadísticas dicen que uno de cada tres robos de obras de arte que se registra en España pertenece a Castilla y León. ¿De qué problemas adolece la seguridad del arte en nuestra comunidad? No sorprende la estadística porque Castilla y León atesora el volumen más importante de patrimonio histórico nacional, junto a otras dos o tres autonomías, y por tanto son objeto de la codicia de los amigos de lo ajeno. El problema fundamental de Castilla y León pasa por la despoblación y porque todavía no está resuelta la discusión sobre si lo que se debe hacer es musealizar todo y retirarlo de los espacios originales donde muchas veces está en claro abandono, o dejarlo como motor de riqueza y desarrollo de la zona. Hay personas que defienden que algunas obras de arte se crearon en función del entorno, de la fe, de los ciudadanos del lugar, la climatología o las características de la luz y del paisaje. Otros piensan que como consecuencia de la despoblación estas obras han quedado desprotegidas y lo que procede es retirarlas de su sitio natural para garantizar su seguridad.

¿Usted de qué opción es partidario? Cada pieza necesita una opinión diferente, no hay dogmas de fe. Es cierto que hay obras que no deben ser movidas de su sitio siempre y cuando surja el compromiso social y político de potenciarlas, protegerlas y usarlas como motor de desarrollo. En España estamos pasando por un momento tremendamente delicado, adolecemos de un tejido industrial sólido y la mejor industria que tenemos es el arte. Somos una de las tres grandes naciones en acumulación de patrimonio histórico y creo que lo comercializamos mal. Me gustaría saber qué harían los ingleses con una catedral de Burgos o de León, los norteamericanos con una muralla de Ávila, o los japoneses con un Atapuerca. No sabemos explotar adecuadamente nuestro patrimonio. Hay ciudades que podrían ser un auténtico volcán en torno a la arte.

¿Cuál es la demanda, un proyecto social y global en torno al patrimonio? Sirva de ejemplo el cambio social que ha experimentado Bilbao sólo en base al Guggenheim. El patrimonio histórico es un tema transversal en el que confluyen los ministerios de Interior, Cultura, Turismo, Ciencia y Tecnología. El arte es un motor de riqueza que mueve hostelería, industria, empresas de transporte. En una comunidad autónoma como Castilla y León, que me consta además que está haciendo un esfuerzo titánico por proteger bien su patrimonio, sus actores políticos deben ser conscientes de que la mayor fortaleza que hay es el arte y tiene que ser puesto en valor.

¿Es el presupuesto, el motivo económico, el principal escollo para proteger adecuadamente el patrimonio? No, es una parte. El principal problema de nuestro patrimonio histórico es un problema de educación. Hay que trabajar sobre nuestro conocimiento del arte, su puesta en valor y su conservación. Es un problema de formación de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado de saber cómo actuar ante una emergencia, es un problema de educación de nuestro propio Ejército para situaciones de catástrofe y unidades como la UME para poder actuar con coherencia. Es un problema de carácter político para que sepan gestionar su patrimonio y ponerlo a buen recaudo en caso de que se genere una catástrofe. Es un problema de registro de nuestras riquísimas colecciones. El principal problema de España es que muchas de piezas importantes siguen sin estar catalogadas, sin informes de evaluación sobre su estado de conservación o un plan específico para su recuperación. El Ministerio de Cultura tiene que insistir mucho a los gestores de los museos estatales; a la Iglesia, que gestiona una parte riquísima de nuestro patrimonio y a las instituciones de carácter privado.

¿Han aumentado los robos con motivo de la crisis? No he percibido un aumento de la delincuencia en este aspecto, pero la situación económica hace que los amigos de lo ajeno afloren con más frecuencia de la deseada y no descarto que si las autoridades no se ponen realmente serias sí aumenten los robos. Las modalidades delictivas son cambiantes a lo largo del tiempo. En España la situación ahora es mejor de lo que lo fue en la época de Eric ‘El belga’cuando en muy poco tiempo sufrimos el expolio de casi 2.000 centros religiosos con una pérdida de obras brutal. Castilla y León sufrió la agresividad de este delincuente que ha sido, después de las guerras, el mayor causante de expolio del patrimonio histórico nacional. Me parece inconcebible que nuestras autoridades permitan que un caballero con este perfil y con esta historia resida en territorio nacional, se pavonee y se considere un mito o referente cada vez que se produce un siniestro; cuando todavía tiene obras que no ha devuelto. El nivel de delincuencia en España es bajo en relación con otros países pero los robos contra el patrimonio causan un grave quebranto en muchos casos de reputación, como le ocurrió a la Iglesia con el Códice Calixtino. No basta la fe para proteger el arte.

¿Cuál es el perfil actual del ladrón de obras de arte? Hay dos tipos: organizado y desorganizado, que es el que roba por oportunidad cuando algo se le pone a tiro y en ocasiones, por falta de celo de las autoridades o de los particulares. Es el caso del Códice Calixtino, en el que un señor lo ve fácil y se lo lleva. En otros casos, hay delincuentes especializados que pueden actuar por encargo con una obra bien seleccionada, un hurto bien planificado y una metodología que lleva a la comercialización de esta obra a veces incluso antes de sustraerse. Hay ocasiones en las que las obras se roban simplemente para extorsionar a las empresas aseguradoras y obtener un rescate por ellas, como si fuese un secuestro, aunque es una modalidad poco frecuente en España. Aquí el principal problema es que tenemos mucho patrimonio, fácilmente expuesto a los amigos de lo ajeno y lo más común es el robo por oportunidad sobre todo en excavaciones al aire libre.

¿Existe un control adecuado sobre el mercado clandestino? Se están desarrollando reuniones en Madrid de muy alto nivel para cerrar bien los procedimientos sobre el trasladado y el control de obras de arte y el tráfico y contrabando de las mismas. Creo que en este tema las actuaciones de la Policía, la Guardia Civil y los ministerios de Hacienda y Cultura son razonablemente muy buenas. No es un tema para alarmarnos, se hace un trabajo eficiente.

¿Qué opina de robos como las joyas de la virgen de la Fuencisla, en Segovia, o el mosaico del dios Baco, en Baños de Valdearados (Burgos)? Hay tres comunidades autónomas que están siendo objeto de daño en esta materia: Galicia, donde se vive una auténtica plaga de robos en iglesias, ermitas y monasterios con poca población; Andalucía, sobre todo en restos arqueológicos y la otra es Castilla y León donde necesariamente los robos pasan por arte sacro y religioso. Son obras que albergan conventos, iglesias o ermitas; sitios de una belleza increíble pero con unos sistemas de seguridad que no pasan de un cerrojo en una puerta de madera gruesa así que asaltarlos es muy fácil. No hay buenos sistemas de seguridad, no hay buenas conexiones con las empresas protectoras, no hay buenos tiempos de respuesta de alarmas o de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. Eso propicia que se roben piezas que en muchos casos no tienen más destino que la venta ambulante. También hay que hablar sobre el patrimonio que está por desenterrar y vemos a personas peinando con detectores de metales zonas concretas dispuestos a quedarse con joyas de nuestro patrimonio que nos pertenecen a todos.




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