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domingo, 5 de febrero de 2012

El Obispado Segoviano quiere salvaguardar en el Museo Diocesano el arte sacro desperdigado en los pueblos


Una comisión mixta formada por representantes eclesiásticos, la Junta y las Fuerzas de Seguridad velará por la seguridad de estos bienes.

¿Está a salvo el patrimonio sacro?
 
El asalto al Santuario de Nuestra Señora de la Fuencisla ha puesto en solfa la custodia de los bienes de la Iglesia. Sus responsables hacen todo lo que pueden por protegerlo de los amigos de lo ajeno, pero a tenor de los últimos sucesos tal voluntad no ha obtenido la recompensa de la custodia sin sobresaltos. Aún con la «herida abierta en el corazón» por el desagravio del robo sacrílego del pasado 20 de enero, el vicario general de la Diócesis de Segovia, Andrés la Calle, justificaba que, «por nuestra parte, creemos que se está cumpliendo la protección debida; no sé qué podíamos hacer más que no hayamos hecho». Tocado por la noticia, el interlocutor diocesano explicaba pocas horas después que «creíamos que la vigilancia era la correcta, pero cuando ocurren hechos de esta índole tenemos que pensar que hay que reforzar la seguridad».
 
El templo expoliado era apetecible para los cacos. Situado a las afueras del casco urbano, en un sitio aislado, en un emplazamiento muy poco transitado a horas tempranas. Abría sus puertas a las ocho de la mañana y en ese momento se desconectaba automáticamente la alarma. ¿Demasiadas facilidades para los ladrones? Los osados delincuentes aprovecharon la desconexión del avisador, entraron, escalaron la verja que separa el presbiterio, subieron por el retablo del altar mayor y el resto de la historia ya es conocida: cuatro días en vilo por el paradero del valioso botín patrimonial y emocional y luego el alegre y raudo desenlace de la recuperación de las coronas de la Virgen y del Niño sustraídas. A hechos consumados –recuerda De la Calle– se antojaba imperioso revisar y actualizar el sistema de seguridad.
 
Ufano por el feliz hallazgo, el obispo Ángel Rubio recepcionó de manos de la Policía y del nuevo delegado del Gobierno, en Castilla y León, Ramiro Ruiz Medrano, las joyas robadas. Entonces bosquejó algunas medidas para aumentar ese control sobre los tesoro que guarda la casa ultrajada de la patrona de Segovia. Citó que la mecanización de las puertas el santuario pasaría a mejor vida para hacer la apertura y cierre manuales; también habló de cambiar los horarios para complicar las perversas intenciones de los expoliadores; activar la alarma día y noche, y negociar con una compañía de religiosas para que fije su residencia en el santuario.
 
 
Desamparo por la dispersión
 
¿Será suficiente? Segovia tiene 209 municipios en los que no faltan iglesias, yacimientos arqueológicos ni museos. El disgregado patrimonio artístico es una golosina para ladrones, peristas, coleccionistas e inversores en arte, toda una red de tráfico de patrimonio que ha visto repuntar su actividad desde 2007 en el conjunto del país y a la que no es ajena la crisis.
 
Un informe de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil sitúa a Castilla y León como la comunidad «más atacada por este tipo de criminalidad, debido principalmente a la gran presencia y dispersión patrimonial de la Iglesia». Uno de cada tres robos en España en la última década se ha cometido en alguna de las nueve provincias de la región, y sobre todo en las zonas más alejadas y desprotegidas del ya de por sí despoblado medio rural.
 
A raíz del suceso de la Fuencisla, la consejera de Cultura y Turismo de la Junta, Alicia García, y el director general de Patrimonio, Enrique Sáiz, mantuvieron esta misma semana un encuentro con representantes eclesiásticos de la comunidad autónoma. En esa mesa estaba sentado el delegado de Patrimonio de la Diócesis segoviana, Miguel Ángel Barbado, junto a su colega homólogo de Burgos y el obispo de Ávila, Jesús García Burillo, quien además preside la comisión de la Conferencia Episcopal Española que se ocupa del patrimonio cultural. En dicha reunión salió a relucir la necesidad de tejer un plan de actuaciones «a corto plazo» para garantizar la salvaguarda de los tesoros religiosos, según han declarado fuentes del Ejecutivo autonómico.
 
La Administración regional acordó con las diócesis avanzar en la adopción de medidas de seguridad para velar por los Bienes de Interés Cultural (BIC) cuya titularidad recae en la Iglesia. Esto supone la «supervisión inmediata» de los sistemas de vigilancia de este rico patrimonio sacro.
 
Por su parte, Miguel Ángel Barbado explica que dicha entrevista ha sido solo una primera toma de contacto que ha cimentado las bases de una colaboración más estrecha entre las diócesis y las instituciones oficiales. El delegado segoviano agrega que está prevista la constitución de una comisión mixta en la que, además de la representación eclesiástica estarán presentes la Junta y las Fuerzas de Seguridad del Estado a través de las correspondientes Subdelegaciones del Gobierno. Lo que parece claro es que «tenemos que incrementar la seguridad» de esos bienes tan sumamente codiciados.
 
La primera de las iniciativas a emprender en este refuerzo de la salvaguarda del patrimonio religioso pasa por ultimar «un protocolo de actuación» y la elaboración de «un mapa en cada provincia» que localice y registre las obras custodiadas y su emplazamiento, indica el delegado de la diócesis de Segovia. Se trata de ver las propiedades que posee la Iglesia en cada lugar y detectar sus necesidades de protección, sobre todo en aquellas parroquias más desprotegidas por su aislamiento o su ubicación en entornos despoblados. Luego vendrá la adopción de las actuaciones pertinentes.
 
 
Un mapa de los tesoros
 
Habrá que modernizar los dispositivos de alarma y adaptarlos a la normativa que regula este tipo de sistemas. Parece evidente. Miguel Ángel Barbado así lo considera y piensa que el Santuario de la Fuencisla puede ser el pionero en esta intervención. Subraya, además, la importancia de detallar un inventario completo y actualizado de esos tesoros desperdigados que posee la Iglesia para avalar su protección. La Guardia Civil que trabaja contra este tipo de delincuencia puso recientemente sobre la mesa esta recomendación del registro pormenorizado, ya que cuanto más conocidos sean estos bienes, más difícil resultará traficar con él a los desaprensivos, como los que actuaron hace dos semanas en La Fuencisla o los malhechores que en diciembre robaron y ocasionaron destrozos en el yacimiento romano de Baños de Valdearados, en Burgos.
 
Pero la propuesta más relevante que salió de la reunión de esta semana es la que lanzó el prelado abulense. Miguel Ángel Barbado respalda la sugerencia de García Burillo, que aboga por crear espacios museísticos en los que congregar y custodiar el patrimonio religioso tan disperso que abunda en los entornos rurales despoblados y diseminados de la geografía provincial.
 
El lugar escogido en el caso de Segovia para reunir esos tesoros es el Palacio Episcopal, y en concreto el Museo Diocesano que se habilitará en el edificio de la plaza de San Esteban de la capital cuando terminen las obras de la rehabilitación que se acometen. Esta recuperación del inmueble fue posible gracias al convenio suscrito hace casi dos años con la sociedad Museo Doña Juana SL, que desde marzo de 2010 tiene a su disposición las llaves de la que ha sido residencia eclesiástica desde el siglo XVIII.
 
El Obispado segoviano y la empresa suscribieron un contrato de alquiler del palacio por el que grupo empresarial gestionará, explotará y se encargará de la conservación del edificio durante 25 años. Además del Museo Diocesano, estas dependencias albergarán la valiosa y amplia colección privada de pinturas y cerámicas de la familia Zuloaga que posee el empresario segoviano Eleuterio Laguna y el fondo de piezas de cristal y vidrio de la Real Fábrica de La Granja, también de aportación particular de su esposa, Juana Lomillos.
 
 
Fuente: El Norte de Castilla.
 

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