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domingo, 6 de noviembre de 2011

Blue Shield, los «cascos azules» del patrimonio

La organización internacional presidida por Carlos de Habsburgo lucha desde que estalló la guerra por salvar el legado cultural de Libia
Blue Shield, los «cascos azules» del patrimonio
Carlos de Habsburgo, Joris Kila y Hafed Walda, en Sabratha, el pasado 28 de septiembre. En el muro de la derecha, impactos de fuego antiaéreo
Los conocen como la Cruz Roja, o los cascos azules, de los bienes culturales porque entran en zonas de interés arqueológico o patrimonial amenazadas por la guerra. Su trabajo ha saltado a la luz pública en Libia, pero intervinieron antes en varios conflictos, como Egipto y Gaza.

El mundo y la guerra han cambiado. Antes, los equipos científicos o geográficos se retiraban del desierto con la inminencia de las hostilidades. Hoy el patrimonio es objetivo militar y por ello se ha hecho necesaria la creación de esta organización, respaldada por la Unesco, pero mucho más rápida y audaz.

La primera misión que los hombres de Blue Shield (escudo azul) realizaron en Libia fue bautizada «No Strike Zone». Personal con experiencia militar y sensibilidad académica marcó cientos de sitios de interés histórico que los aviones de la OTAN debían evitar durante sus bombardeos... a veces con un margen de error de 10 metros.

La lista de lugares, museos y yacimientos fue entregada a la OTAN cuatro días antes de que cayera la primera bomba. La exactitud de las coordenadas marcadas con GPS suponía la diferencia entre la destrucción o la preservación bajo una lluvia de fuego. Ese era el plan, pero un país de estructura tribal, sin gobierno, sin información sistematizada, no facilitaba la labor de quien piensa en el legado cultural mientras la supervivencia pende de un hilo.

Poco tiempo después hubo que asumir el riesgo de entrar en la zona de guerra. Blue Shield viajó hasta la recién liberada Trípoli a finales de septiembre, desde Túnez, una aventura notable, con controles cada 4 kilómetros cerca de las líneas de fuego.

Al llegar, lo primero fue visitar los grandes sitios como Sabratha y Leptis Magna para conocer los daños causados. Eran leves, afortunadamente. Blue Shield aporta experiencia en la defensa de los museos y almacenes de otros conflictos, para prevención de saqueos y pillaje, evitar lo que ocurrió en Irak. Pero algunos lugares cambiaban de responsable cada semana (conclusión: nadie era responsable). Había que marcar y monitorizar lugares tanto en la zona dominada por el Consejo Nacional de Transición como en manos del ejército de Gadafi.


Empeño heroico

El equipo de Blue Shield sobre el terreno es mínimo. En Libia estuvo formado por tres personas, lo que les da movilidad en la zona de guerra y les capacita para un empeño de sabor heroico. Gracias a su trabajo los daños han sido cuantificados de inmediato. Ahora investigan los robos como el del «tesoro de Bengasi», del que ABC informaba días atrás.

Uno de esos tres hombres es Carlos de Habsburgo. Hijo primogénito del Archiduque Otto de Habsburgo, es piloto de guerra en la reserva del ejército austriaco y capitaneaba el equipo que formaban Hafed Walda, profesor del King's College de origen libio (dirigió la excavación de Leptis Magna durante 4 años y les abrió todas las puertas) y Joris Kila, presidente de una asociación internacional militar cultural con amplia experiencia en este campo.

Carlos de Habsburgo, presidente de Blue Shield, señala a ABC que en las dos últimas décadas «el patrimonio cultural ha dejado de ser un daño colateral en las guerras para convertirse en un objetivo prioritario. Desde los años noventa las guerras tienen un fuerte componente étnico y ello pone en peligro los símbolos culturales».

«Uno siempre teme que se destruya un lugar importante y argumenten military necessity, esa expresión que me asusta porque puede justificar casi cualquier destrucción en medio de los ataques.

Pero mire, hay una fortaleza romana junto a Leptis Magna donde Gadafi construyo búnkers y asentó baterías antiaéreas. Era un objetivo clarísimo para la primera noche. La fortaleza nunca había sido excavada o estudiada en Libia por ser zona militar durante 40 años. Pudimos pasar las coordenadas y el resultado fue asombroso, por la pericia que demostraron los pilotos de la OTAN. Emplearon incluso las potentes bombas antibúnker que estallan bajo tierra. El resultado fue la destrucción total del equipo antiaéreo y sus instalaciones, pero dejaron la fortaleza intacta. Tan solo impactos de metralla en un muro, que no cayó, situado a unos de diez metros de una de las unidades».

Tras la misión, que daría para una novela, redactaron un informe sobre los daños que próximamente será ampliado con una visita a Bengasi. También han descubierto que las ánforas robadas en Apolonia eran especialmente valiosas, se daban como premio en los juegos. El «Informe Blue Shield» de Libia relata destrozos en el museo de Misrata, robos en diversos puntos, pero constata la ausencia de saqueo sistemático y subraya la colaboración de las nuevas autoridades, a las que han pedido que documenten lo antes posible todas las piezas desaparecidas. Ni Unesco ni las ONGs han podido realizar un trabajo parecido aún. De hecho Unesco ha asumido el informe Blue Shield como propio.


Cabras contra minas antipersona en Leptis Magna

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