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domingo, 11 de marzo de 2012

Un infiltrado destapó el gran expolio de Odyssey

 
Un español estuvo infiltrado en la red de intereses de Odyssey en el Estrecho de Gibraltar. Pero informaba mientras tanto a la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil. Los cazatesoros querían captarlo porque es buzo profesional y conoce bien la Bahía de Algeciras, donde ha llegado a encontrar piezas de valor. Además, tenía un puesto importante a principios de 2007, meses antes del expolio de Odyssey: director de proyecto de la monoboya de la refinería de Cepsa en Algeciras y director de operaciones de la empresa internacional PM Diving. Pero en poco tiempo su vida se convirtió en un infierno: perdió su trabajo y tuvo que convivir con amenazas de muerte. Durante cinco años solo habló con la Guardia Civil. 
 
Todo comienza a principios de 2007, en un restaurante de Los Barrios, junto a Algeciras. Allí se celebra una comida muy especial. Preside el encuentro Greg Stemm, el sonriente y dadivoso cofundador de Odyssey Marine Exploration, que está extendiendo una fina red en la zona mientras sus barcos escanean las aguas territoriales del Mar de Alborán.
 
 
Naufragios con tesoro
 
Serán doce personas en el almuerzo, divididas en dos mesas. Junto a Stemm, hay algún otro miembro del staff de la compañía, el dueño de PM Diving, Henrik Jensen, y también el contacto de confianza de Odyssey en España, un empresario gibraltareño residente en Sotogrande, Paw René Jakobsen. Completan las mesas los empleados de este último. Han invitado al buceador profesional de brillante carrera que en esos momentos es director del proyecto de monoboya de la refinería de Cepsa en Algeciras. ¿Por qué?
Se llama José Antonio Braza. Él había comentado detalles de sus inmersiones en conversaciones informales con Paw René y éste rápidamente lo puso en contacto con Stemm y Odyssey. Tienen muchas ganas de saber dónde puede haber naufragios con cargas valiosas.
 
 
-¿Cómo le trataron?
 
-En la comida estuvieron amabilísimos, me prometieron futuras colaboraciones y pingües beneficios por mi colaboración: vamos, que no me iba a faltar de nada, que me arreglaban la vida -relata expresivamente Braza-.
 
 
-En aquellas semanas, en aquellos pocos meses se vieron varias veces, comieron y cenaron juntos repetidamente, y Braza escuchó y vio mucho más de lo que quería... Ante las evidencias de que Odyssey Marine Exploration podía estar cometiendo delitos contra el patrimonio, acabó denunciando a los cazatesoros a la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil.
 
-Recuerdo que yo pedí ortiguitas rebozadas, unas anémonas muy típicas de esta zona, pero ellos pidieron atún y otros pescados. Y también que a la hora de pagar a todos les costó mucho sacar la tarjeta... [rememora con ironía].
 
 
-¿Cree que estaban sacando piezas del mar?
 
-¿Creer? No, yo lo sé. Porque las vi. Monedas de oro en febrero o marzo de 2007, y supe que se llevaron en barco 16 cañones unos meses antes, y mucho más... Nos dieron un buen palo. Y hablaban de ello con desinhibición.
 
Resulta esclarecedor recomponer el testimonio de José Antonio Braza. Afirma que no solo se llevaron piezas de un navío, sino que durante sus operaciones por el Mar de Alborán se debieron llevar restos de muchos otros yacimientos.
 
Habló con los miembros de la UCO que le tomaron declaración y le pidieron que siguiera colaborando. Braza lo vivió como una experiencia agridulce, «porque estaba convencido de que tenía que ayudar, no podía permitir que se delinquiese impunemente», pero también sentía que era injusto que le tocase ese papel a él, que nada tenía que ver. «Yo nunca quise ir a los barcos de Odyssey, porque sabía lo que había allí, y no quería tener nada que ver», asevera.
 
 
Dos contenedores perdidos
 
Braza denunció muchas cosas. Tantas como supo. Los guardias civiles fotografiaban las andanzas de Greg Stemm en La Línea e investigaron pistas que en ocasiones fue imposible confirmar. Algunas pueden causar asombro, como que en el puerto de Málaga hubo «dos contenedores enormes repletos de ánforas y cerámicas púnicas de pecios que Odyssey habría podido expoliar durante sus andanzas y que ya deben estar en Tampa...».
 
Además de esos contenedores, a Braza le pidieron algo que a muchos les habría hecho soñar. «Querían que yo vendiese unos objetos maravillosos que habían sacado de un pecio púnico: perfumarios, unas pequeñas botellitas, maravillosas, de cristal, que contienen perfume. Querían que yo me involucrase en la venta de esas piezas en los Emiratos, porque yo he trabajado mucho allí y en Arabia Saudí en construcciones de oleoductos submarinos».
 
Braza relata que el mundillo de las empresas de buceo profesional es muy pequeño. Realmente hay 6 ó 10 empresas importantes en todo el mundo que son contratadas para todas las obras. «Lo normal, aunque ilegal, es que en sus prospecciones mapean el fondo y pasan información de pecios a los cazatesoros... Se supone que a cambio de dinero», dice.
 
 
Un portaaviones
 
Otra de las certidumbres que tiene José Antonio Braza es que Odyssey venía a España a sacar cuanto más beneficio mejor. «Me preguntaron por varios yacimientos que les interesaban y me contaron lo que buscaban en otros, por ejemplo en el Ark Royal, un portaaviones de la Marina británica hundido a menos de 20 millas de Gibraltar en 36º 21' 961'' Norte y 5º 7' 941'' Oeste.
 
 
-¿Y qué buscaban en un portaaviones de la Segunda Guerra Mundial?
 
-Tiene una fortuna en recambios de aviones de la época. Las piezas están empaquetadas en cajas rellenas de grasa y paja, así que deben estar como el primer día. Eso vale millones de euros.
 
Un día, en televisión, una ministra de Cultura afirmó que España iba a ganar a Odyssey porque la Guardia Civil tenía un testigo protegido. Desde ese día su vida se convirtió en un infierno, fue despedido de su trabajo e incluso recibió amenazas de muerte, llamadas amenazantes, pintaban dianas en su coche... Tuvieron que darle protección los mismos agentes con los que colaboró estrechamente.
 
Se ha decidido a hablar porque Odyssey ha fotocopiado indebidamente el sumario de La Línea donde figuran sus aportaciones. Hoy no se arrepiente de nada, pero no está dispuesto a que el caso de La Línea se entierre. «La Justicia española tiene que decir algo, para eso tenemos Constitución, para algo nos involucramos. Si lo taparan... Es que si luego llegara a ocurrir otra vez algo parecido y lo veo, ¿qué piensa que debo hacer? ¿Llamar a la Guardia Civil o callarme? Actuar bien y no mal no puede dar lo mismo».
 
 
Fuente: La verdad.es
 

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