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lunes, 29 de agosto de 2011

Robo en la Biblioteca Nacional de Perú: dos mil libros y manuscritos han sido sustraídos

Para el actual director, Ramón Mujica, los ladrones trabajan en la biblioteca.

Un incunable de Erasmo de Rotterdam, de 1524, está desaparecido.

El hallazgo en la azotea de la Biblioteca Nacional de una parte del archivo del “Brujo de los Andes” ha dado pie a una denuncia penal y administrativa.

Mientras habla, sus manos sostienen una joya bibliográfica del siglo XVI. Ayer, sus dedos hojeaban una obra de Antonio Raimondi y, días antes, un manuscrito de la colección privada de Porras Barrenechea. Pero Ramón Mujica no puede detenerse en sus páginas.

El director de la principal biblioteca del país no puede leer libros.

Desde que en febrero pasado denunció el robo de 663 libros y manuscritos valiosos de la Biblioteca Nacional del Perú (BNP), entre ellos, un incunable de Erasmo de Rotterdam de 1524, Mujica debe sumergir su vista y su tiempo en expedientes y solicitudes de índole policiaco.

“Cuando me llamaron para dirigir la biblioteca creí que era un cargo académico, pensé en leer libros maravillosos, dar conferencias, nutrirme de cultura. No imaginé lo que iba a encontrar”, dice.

Los saqueadores también creyeron que se embriagaría con los manuscritos del siglo XVIII, que delegaría los asuntos administrativos, pero no fue así. “Hay una red criminal aquí dentro que está depredando los fondos antiguos”, insiste el historiador Mujica Pinilla, quien asumió el cargo en setiembre pasado.

Él ya ha sido ratificado por la ministra de Cultura, Susana Baca, y acaba de recibir de su despacho S/.5 millones para implementar equipos de seguridad en la BNP. Pero el lío interno no se restringe a lo económico.


LOS TRECE

De las 315 personas que trabajan en la biblioteca, 13 tienen la custodia de sus joyas y son las mismas desde hace casi 20 años. Es el personal de la Dirección de Patrimonio Documental Bibliográfico, que hasta febrero tenía acceso a la bóveda; un depósito de dos cuadras de largo que conserva los 1.000 libros más antiguos del país y las colecciones particulares de Porras, Rivet, Cisneros y otros.

“Nos han quitado funciones y nos culpan de todo cuando la Dirección de Servicios también entra a los fondos antiguos. En mis 17 años en esta oficina nunca escuché ni vi robo de libros”, dice Nelly Bobbio, presidenta de uno de los cuatro sindicatos de la BNP, que agrupa a los más antiguos.


MAYOR SEGURIDAD

En la bóveda se han colocado, ahora, 159 mil títulos valiosos –del siglo XV hasta el XIX– que fueron inventariados entre febrero y julio a pedido de Mujica. Esto fue como darles una partida de nacimiento porque las fichas electrónicas del lote solo registraban 26 mil títulos. La sorpresa fue que otros ejemplares solo existían en los ficheros: son 932 los libros oficialmente perdidos y otros 1.000 están siendo buscados en todo el edificio. En el fondo de descarte, salón con 80 mil libros dados de baja, se han hallado escondidas las primeras ediciones de Ricardo Palma, por ejemplo.

El que parte del registro bibliográfico virtual haya sido borrado o que alguien pueda salir del edificio sin que los guardias le revisen hasta el último bolsillo obliga, pues, a mirar a todos lados.

“Esto difícilmente pasa sin apoyo de adentro”, admite Bobbio.

–¿Entonces, por qué enviaron comunicados en los que se afirma que la denuncia de robo vulneraba la imagen de los trabajadores?

–Como sindicato defendemos a todos hasta que se halle a un culpable y no pueden ni cambiarnos de área si no hay pruebas. Que se investigue, pero a todos.

–Usted es del área de custodia. ¿No cree que solo por eso ya tiene culpa administrativa?

–No, porque hay factores de inseguridad externos a nuestra área. No sabíamos nada de esto hasta que El Comercio lo publicó.

Bobbio se refiere a la denuncia del 2009 del periodista David Hidalgo, sobre el robo y venta de 4 joyas editoriales de la BNP y que le costó al periodista y a este Diario ser acusados.
“Los robos vienen desde hace 20 años. Hay personal antiguo y nuevo implicado en esta mafia, pero nadie habla por temor”, dice Amelia Alegría, del Sindicato de Unión de Trabajadores de la BNP.


DENUNCIAS EN MARCHA

En el Informe 108-2009, la entonces directora ejecutiva de Patrimonio, Nancy Herrera Cadillo, confirmó que recibió de Bobbio una lista de 30 libros faltantes en la inspección hecha tras “la información proporcionada por el periodista David Hidalgo”. Pero a reglón seguido pide declarar “como reservado lo concerniente a este informe” y considerarlo secreto profesional. “La falta a este principio está penado en el artículo 165 del Código Penal”, añade.

Bobbio asegura: “Aquello se refiere a que no podíamos declarar sin autorización, no es que se haya querido ocultar algo”.

Tanto Bobbio como Herrera, también ex directora de la BNP, son señaladas por Mujica y un sector de trabajadores de apañar estos robos. Ellos no han podido identificar a más, pero ya se está alistando un proceso administrativo por negligencia en la custodia por los últimos robos detectados. A Herrera se le abrirá proceso por el intento de sustracción del archivo Cáceres, caso que está en fiscalía al igual que el del vigilante Fernando Valencia, que fue grabado tratando de llevarse un libro.

Herrera, que ha sido rotada a la Dirección Técnica de la BNP , no nos devolvió las llamadas.
–Al ser nombrados, no se les puede despedir. Duermo con el enemigo –insiste Mujica–.

Sobre su escritorio, un pequeño cuadro reza: “Hay ex comunión reservada a Su Santidad contra cualesquiera personas que quitaren, distrajeren o de cualquier otro modo enajenaren algún libro, pergamino o papel”.
Es el castigo papal de 1441. Algo que Mujica sí lee a diario.

SEPA MÁS DEL INVENTARIO

Lo inventariado en la BNP es 159.895 títulos con 321.703 volúmenes. Poco, pues se estima que la biblioteca alberga 7 millones de libros y documentos y estos aún no tienen un inventario fidedigno.


TRABAS

Durante el inventario hubo trabas para hacer llegar a los usuarios encuestas a fin de que reporten los libros que no han hallado, así como para llamar a los investigadores asiduos, porque la base de datos estaba mutilada.


LOS MANUSCRITOS PERDIDOS DE CÁCERES

‘Brujo de los Andes’ apodaron los enemigos chilenos a Andrés Avelino Cáceres, héroe de la Guerra del Pacífico y tres veces presidente del Perú. Escabullirse por días entre los pliegues de las serranías para dar sorpresivos y certeros ataques a las tropas invasoras era su brujería.

Hoy, 130 años después, lo que desaparece es su legado documental y eso ha desatado otra guerra en la Biblioteca Nacional del Perú (BNP). El 15 de setiembre pasado, el carpintero Antonio Yataco subió a la azotea de la sede del edificio de la Av. Abancay de la BNP, para verificar qué muebles se iban a desechar.

Un archivador de madera llamó su atención de carpintero. Este contenía cajas cubiertas por hongos y estas contenían a su vez papeles amarillentos. Eran cartas fechadas entre 1893 a 1921, dirigidas al presidente Cáceres. Yataco lo reportó al Archivo Central de la BNP, dirigido por Martha Uriarte, quien resguardó los documentos históricos en su oficina.

A las 3:30 p.m. de ese mismo día, el técnico de la BNP, Walter Villaverde, llamó por teléfono a la sede principal, en San Borja, a comunicar el hallazgo. Pero quien contestó la llamada fue un directivo del Centro de Servicios Bibliotecarios Especializados (CSBE), dirigido por Ana María Maldonado.
El CSBE delegó el caso a la Dirección de Patrimonio Documental Bibliográfico (DPDB), cuyos 13 trabajadores antiguos se encargan de la custodia de los libros más longevos e importantes del país.

Sobre estas 13 personas han caído las principales sospechas por las desapariciones de dos mil libros, denunciadas recientemente por el actual director de la BNP, el historiador Ramón Mujica.

TRABAJADORES EN LA LUPA

Dos días después del hallazgo cacerista se encargó a Nelly Bobbio, de la Dirección de Patrimonio, verificar y pedir el traslado de las cajas con las cartas de Cáceres. Tanto ella como sus jefes de la CSBE y la entonces directora técnica, Nancy Herrera Cadillo, también sindicada como sospechosa, enviaron informes y memorándums cuyo objeto principal era convencer a Uriarte de entregar las cajas.
Ramón Mujica juró como director de la BNP un día después de dicho hallazgo. Luego viajó por dos semanas a Europa por motivos personales. “Cuando asumí el cargo se sabía que tenía un compromiso de viaje. Asumí con esa condición”, aclara.

No supo nada sobre las cartas de Cáceres hasta su regreso. Y cuando lo supo le pidió a Uriarte las cajas. Y ella se quitó la gran preocupación de tener que cambiarlas de lugar todas las noches dada su desconfianza hacia el personal de patrimonio. “Cumplí lo que me correspondía”, es lo único que refirió Uriarte porque el caso está bajo reserva en la Fiscalía Provincial Penal 45 de Lima.

“Las retuvo ilegalmente. Su función no era cautelar esas cajas. Había documentos administrativos junto a los de Cáceres y ahora no están. Hasta aumentaron las cartas de Cáceres cuando finalmente las entregó”, acusa Bobbio, presidenta del sindicato de trabajadores antiguos.

En efecto, los informes que se emitieron internamente dan cuenta de hasta tres cifras en torno al contenido del aparecido archivo Cáceres: primero se registró 102 sobres y 3.544 folios y ahora se da cuenta de 113 sobres y 4.079 folios.
Bobbio también niega que se haya querido ocultar el hecho a Mujica, dice que le explicaron todo en el informe 041-BNP/DT, aunque este fue enviado el 21 de octubre, el mismo día que su avión partía a Madrid.
Mujica desestimó el informe 430-2010 de la oficina de Asesoría Legal que exoneraba de responsabilidad a los miembros del CSBE –y por ende al área de patrimonio– y mandó elaborar otro. El nuevo informe recomienda procesarlos administrativamente.


MANUSCRITOS FANTASMA

Son 8 mil las cartas y manuscritos hallados, enviados por amigos y correligionarios de Cáceres, desde Arequipa, Cusco, Apurímac, etc. Su valor histórico es incalculable, pero en el mercado negro pueden llegar a ser traficados por no menos de US$5 mil por folio.

Cómo terminaron en la azotea del edificio de la Av. Abancay es un misterio. También lo es de dónde fueron sacados. Al respecto, el personal de patrimonio asegura que no pertenecen a ninguno de los dos grupos de documentos de Cáceres que se conservan en ambas sedes de la BNP.

En la sede de San Borja, para inventariar la colección de documentos de Cáceres se midió todo el conjunto (libros, cartas, etc.) por metros lineales. Así, en el 2005 había 2,40 metros de documentación, igual que ahora. Evidentemente, fue absurdo medir por metros cartas de una página.

El personal de CSBE sostiene que lo hallado pertenecería a un tercer lote de manuscritos, que se habría mantenido oculto –por descuido, dicen– en alguna parte del edificio de Abancay, y que habrían sido removidos durante las obras de rehabilitación del 2008.

Pero informes internos señalan que hasta agosto no había nada extraño en la azotea.

Para incrementar el misterio, en enero de este año la misma Nancy Herrera inspeccionó la azotea y encontró 86 cajas con revistas valiosas y que tampoco habían sido vistas, hasta ahora.

Las cuatro cajas con parte del archivo Cáceres que fue hallado en la azotea de Abancay está ahora en una bóveda de San Borja.

EL ‘PABELLÓN DE QUEMADOS’

No solo los robos sistemáticos condenan a la Biblioteca Nacional del Perú, que ayer cumplió 90 años.
Por la falta de recursos económicos y de personal, hasta ahora no se restauran libros y publicaciones que lograron salvarse del incendio que se ensañó con la sede de la Av. Abancay, en 1943. Es decir hace, 68 años. Ese siniestro consumió 100 mil volúmenes y 40 mil manuscritos.

En el 2007 se presentó el primer lote de ejemplares recuperados, pero faltan muchos más. Hoy, guardados en una bóveda especial, estos tesoros bibliográficos maltrechos aún despiden olor a hollín.
Ni siquiera hay una fecha tentativa para iniciar su recuperación.

Algunos de los robos fueron captado por las camaras de seguridad:



Fuente: El Comercio

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