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viernes, 8 de julio de 2011

Las deficiencias en la seguridad de la Catedral marcan la investigación policial

  • La sala de seguridad del archivo no tenía videocámara de vigilancia


  • Los investigadores accedían a la sala sin ningún tipo de control


  • Las cámaras disponibles también han grabado a turistas


  • Críticas por la deficiente la seguridad en los accesos al archivo


  • 'Entrabas por otras zonas con boli y libreta diciendo que ibas al archivo'



  • ¿Quién estaba autorizado a entrar en el archivo de la catedral?, ¿cómo se controlaba al personal investigador?, ¿quién entraba realmente en la cámara de seguridad?, ¿qué medidas de seguridad había en el archivo?. Son preguntas que estos días se están haciendo los expertos de la Brigada de Patrimonio de la Comisaría Central de la Policía Nacional y los agentes de la Policía Científica y Judicial de la Guardia Civil, que han asumido la investigación por el robo del Códice Calixtino de la catedral de Santiago.

    Unas cuestiones que tienen difícil respuesta ya que el archivo de la catedral es un espacio bastante grande. Ocupa dos salas del ala suroeste de la basílica y a él se accede por el claustro. La cámara de seguridad, donde estaba el códice, se encuentra en una esquina de una de esas salas.

    Actualmente, esas dos grandes salas, en las que, a veces, llegan a trabajar más de 20 investigadores al mismo tiempo, están custodiadas por dos archiveros oficiales, uno especialista en Historia Medieval y otro en Historia Moderna. A mayores, y en la actualidad, hay otros dos archiveros-documentalistas, que están trabajando en estas salas pero por convenios puntuales con determinadas fundaciones, como la Barrié de la Maza. Estos cuatro profesionales fueron los que estuvieron buscando exhaustivamente el códice en la noche del martes y en la mañana del miércoles, en compañía del deán de la catedral y el canónigo archivero, así como otros religiosos.

    Cuando no había ninguna esperanza de encontrar el códice en el archivo o en los espacios anexos (la sala capitular y la biblioteca) fue cuando se avisó a a la Policía que realizó las primeras pesquisas en la tarde-noche del miércoles.

    Problemas en la investigación

    Los primeros inconvenientes de la investigación fueron determinar con exactitud el momento de la desaparición de la obra, un punto que ni el deán, ni los archiveros pueden responder con exactitud. La última vez que uno de los archiveros vio el códice fue a finales de la pasada semana tras una visita de especialistas del Ministerio de Cultura. Por eso, los investigadores policiales trabajan con la hipótesis de que la obra fuera substraída entre el jueves, 30 de junio, y el martes, 5 de julio. A pesar de recoger huellas en el lugar de los hechos, lo cierto es que la Policía descarta que este sistema le reporte pruebas contundentes porque están convencidos de que la persona que llevó la obra lo hizo con guantes, tanto para protegerla como para no dejar pistas.

    Por eso, los elementos más fiables que tienen para intentar averiguar algo son las cámaras de seguridad de la catedral. Pero, a diferencia de lo manifestado por algunos religiosos, no hay ninguna cámara en la sala de seguridad donde estaba el códice. La única posibilidad de averiguar algo es revisando las cámaras que se encuentran en el claustro y en la puerta de entrada al archivo, así como el registro de los historiadores que han estado trabajando en el archivo en los últimos días.

    Las entradas

    Pero aquí llegan otras dudas para la Policía ya que al archivo era muy fácil acceder y no siempre entraban investigadores históricos o documentalistas. "Podías entrar por otras zonas de la catedral con un boli y una libreta diciendo que ibas al archivo y ya te dejaban pasar", asegura a ELMUNDO.es un documentalista que ha estado varias veces en el archivo.

    Y otro de los problemas a los que se enfrentan es analizar a todas aquellas personas que durante un espacio de tiempo de cinco días se han movido con mochilas en el claustro, "un trabajo de titanes", reconocen otras fuentes consultadas, ya que este espacio de la catedral también es visitado por numerosos turistas.

    Un complicado rompecabezas que le llevará tiempo enderezar a los investigadores policiales. En todo caso, y según estás mismas fuentes, la persona que robó el códice sabía perfectamente dónde se encontraba. Por eso, los técnicos policiales creen que se puede tratar de uno de los investigadores que acudía o acudió regularmente a la sala, alguna persona del entorno de los archiveros o ex archiveros que trabajaron allí, sin desechar también a algunos religiosos, los que más en contacto estaban con el lugar.

    "Pero en el archivo y también en la cámara de seguridad entraba mucha más gente que no eran específicamente investigadores", apunta el documentalista consultado, que asegura que por allí pasaban muchos profesores universitarios, especialistas en arte o incluso familiares de religiosos. "O sea, que cualquiera es sospechoso", aclara.

    Deficiencias en la seguridad

    Con todo, el robo del códice pone encima de la mesa uno de los principales problemas que hay en el archivo, y en otros espacios de la catedral, que es el de la seguridad. A diferencia de lo ocurrido en el Año Santo de 2010 o en determinadas fechas de este año, cuando agentes de seguridad han revisado mochilas y bolsos a los turistas en las puertas de la catedral, en la entrada o salida de los archivos no existe un control de seguridad que se encargue de esta inspección.

    Por eso, desde el colectivo de investigadores, archivistas y documentalistas ya se han alzado voces críticas por las deficiencias en esta materia. "Y no es una cosa de ahora. No es la primera vez que avisaban al deán y al coengo de estas deficiencias", asegura la fuente consultada, "por eso no me extraña que pasara lo que pasó".

    FUENTE: El Mundo.es

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